Vuelve y juega. Playa Blanca del Lago de Tota sigue siendo (mal) ejemplo de atención en la gobernabilidad del territorio.
Achicando la larga historia de apatías y malos manejos, 2015 marcó un momento desafortunado con la adopción de un "Plan de Ordenamiento Ecoturístico" (POE) por parte de Corpoboyacá, que desoyó por completo los llamados a sustentar decisiones en adecuada participación, conocimiento, y gestión de cuenca. Aunque tardó un tiempo en iniciarse su ejecución, los últimos dos años han visto lo advertido: Un lugar que fue excepcional (un siglo atrás), encaminado pausadamente al desmadre, con aceleramiento reciente.
Y ahora (2021, finales), con procesos de consulta y nuevas decisiones a partir de aquel errado POE, para determinar un modelo de administración y actividades, construido a partir de procesos sesgados y cuasi-ocultos ante el mapa de actores de cuenca. Danza de millones y más millones, para lamentables resultados. El territorio habla, con elocuencia, y casi sobra explicar el por qué de esos lamentos. Basta observar, y analizar un poco, tanto en lo puntual, como en su contexto.
Entre diciembre de 2021 y estos primeros días de 2022, al interior del grupo Mocilato se gestó la CARTA ABIERTA que enseguida se comparte, buscando, a sabiendas del borde abismal, que se enmiende y revierta el mal destino entregado a ese sector (y desde allí, al todo) de nuestra cuenca lacustre.
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Carta Abierta a Corpoboyacá
Playa Blanca, Lago de Tota
El Plan de Ordenamiento Ecoturístico (POE) del 2015 para Playa Blanca, tuvo varios reparos por su enfoque y contenido, abiertamente contrarios al ejercicio de la preservación y gobernanza, que nunca fueron atendidos y en consecuencia incorporados. Advertencias todas, comunicadas oportunamente, en diversos auditorios, pero tan solo escuchadas.
Basta ver hoy, la prioridad puesta en placa huella y cerramiento (que solo reflejan notorio interés por el tiquete y el vehículo, y total desinterés por el entorno): Una perspectiva errada, frente a las prácticas más elementales de ordenamiento y conservación. Un miope ejemplo de sostenibilidad, por mayor énfasis a lo económico, y olvido socio-ambiental.
Duele ver como se pretende seguir a gran escala con una tradición egoísta de nuestra región, como es el beneficio privado por encima de los intereses generales; es decir, el crecimiento individual o de unos pocos, pasando por encima del bienestar común.
La Corporación, al no enmendar lo primero (crear un POE inclusivo, transparente, coherente y apoyado en conocimiento), ahonda en equivocaciones y edifica unas nuevas – en especial, se sigue mirando a Playa Blanca de manera aislada de su entorno, orientada con énfasis al turismo masivo, y sorda frente a un contexto armónico de vecindad, de cuenca y valoración del patrimonio natural.
Así, terminó convertida en una colcha gris de retazos mal cosidos, un destino de turismo en masa que depreda, desprecia, que no valora, y termina por estimular su empeoramiento. Y del que solo ha quedado una acumulación progresiva de pasivos y deterioros de diversa índole – La degradación de su vecindad, es elocuente.
¿Qué es, hacer lo correcto?
“Todo no vale nada, si el resto vale menos” –León de Greiff.
Privilegiar la sostenibilidad, el uso racional del territorio (en su integralidad) y la conservación de sus características ecológicas, articulado a una visión de contexto.
Reconocer la estructura ecológica principal de cuenca, y la necesaria articulación de Playa Blanca en ello. Identificar sus afectaciones y tensores (internos y externos). Adoptar los diversos lineamientos de política ambiental aplicables, y apropiarlos en acciones concretas, que demuestren uso racional y armonía con el territorio. E involucrar a Playa Blanca en una figura de gerencia del anillo ecoturístico del lago, del cual se inicie con inmediatez un plan de restauración ecológica de predios y ronda (se ha perdido tiempo precioso para haber avanzado).
En el mismo sentido, obliga trascender las miradas autistas que olvidan la funcionalidad de Playa Blanca en su entorno y su cuenca. Y aprovechar el momento para emprender un plan regional de turismo sostenible de naturaleza, que le asegure un respiro a Playa Blanca, solo posible si la entendemos en contexto, para redefinir el destino que merece.
Pese a las distintas y concurrentes figuras de planificación, la Corporación mediante los determinantes ambientales debería establecer, en asocio con los municipios, condiciones mínimas a tener en cuenta para evitar más tugurización de servicios turísticos informales aledaños y reversar gradualmente lo ya existente.
Se debe cambiar la segregación participativa por la inclusión abierta y el real deseo de construir en la diferencia, para consensuar apoyados en conocimiento. Y esto obliga humildad, para reconocer errores, y enmendar.
Se entiende que la responsabilidad de cuidar el patrimonio recae conjuntamente en el Estado y los ciudadanos (art. 8 CN), pero claramente Corpoboyacá es punta de lanza por su encargo estatal con Playa Blanca, y su evidente rol de autoridad ambiental.
La historia juzgará si se supo aprovechar la oportunidad, para dar buen ejemplo.
Firmantes:
PEDRO REYES ZAMBRANO
Observatorio OBSA
OSCAR ROMEL ROJAS CAMARGO
Reserva Natural Pueblito Antiguo
JOSÉ EFRAÍN CHOCOTÁ MORENO
Profesor Investigador
FELIPE ANDRÉS VELASCO
Fundación Montecito
Lago de Tota, enero/2022